Arrianismo. El
arrianismo es una de las muchas interpretaciones del cristianismo del siglo III
cuyas doctrinas se basaban en la negación de la naturaleza divina de Jesús, por
lo que rechazaban el dogma de la Trinidad de Dios. Según los arrianos, al haber
sido creado por Dios, Jesús podía tener atributos divinos, pero no una
naturaleza divina. Sólo había un Dios y una única naturaleza divina,
estableciendo una clara diferencia entre el Padre y el Hijo, que era una
criatura excelsa, pero que no se podía llamar Dios bajo ningún concepto.
El nombre procede de Arrio de Alejandría (256-336), sacerdote cristiano cuyas interpretaciones consiguieron la adhesión de muchos cristianos a sus tesis, dando lugar a un amplio movimiento dentro de la iglesia, a partir del siglo III. Sus principales tesis terminaron por ser rechazadas en el concilio de Nicea (celebrado el año 325) siendo condenadas definitivamente como heréticas en el de Constantinopla, del año 381. Pese a ello, sus doctrinas, aunque prohibidas en el Imperio romano, fueron seguidas por los pueblos germánicos, hasta el siglo VII.
El nombre procede de Arrio de Alejandría (256-336), sacerdote cristiano cuyas interpretaciones consiguieron la adhesión de muchos cristianos a sus tesis, dando lugar a un amplio movimiento dentro de la iglesia, a partir del siglo III. Sus principales tesis terminaron por ser rechazadas en el concilio de Nicea (celebrado el año 325) siendo condenadas definitivamente como heréticas en el de Constantinopla, del año 381. Pese a ello, sus doctrinas, aunque prohibidas en el Imperio romano, fueron seguidas por los pueblos germánicos, hasta el siglo VII.
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