Acción racional. En filosofía
en general, y especialmente en antropología filosófica, se llama acción
racional a aquella acción en la que el agente sopesa consistentemente los medios
de los que dispone para alcanzar los fines que se ha propuesto, de modo que
pueda lograrlos de la mejor manera posible. La investigación metódica de la
acción racional ocupa un lugar destacado en la teoría de juegos y en la
investigación de la inteligencia artificial.
En sentido estricto, sólo las acciones conscientes y voluntarias
(intencionales) pueden ser acciones racionales; en ellas se da un proceso psíquico
inobservable de deliberación y decisión.
De acuerdo con la mayoría de las corrientes
filosóficas, la acción racional no se explica por causalidad mecánica, sino, por el
contrario, por la aplicación de razones. Las razones de las acciones son, por
una parte, sus motivos (los fines perseguidos) y, por otra, las creencias
acerca de los medios disponibles. Para que una acción pueda considerarse
verdaderamente racional, debe estar basada en buenas razones, es decir, en
razones fundadas racionalmente. La literatura enumera los siguientes requisitos
para considerar racional la acción:
- No ha de ser arbitraria, es decir, ha de estar orientada hacia algún fin.
- Los fines determinados han de ser lógica y pragmáticamente coherentes.
- De haber fines a plazos temporales y niveles lógicos distintos, el conjunto de fines debe estar articulado.
- Los fines de la acción han de ser fines adecuados, es decir, ofrecer beneficios reales al agente.
- Los medios disponibles y su utilización eficaz deben conocerse adecuada, si no exhaustivamente.
- Los cambios en los recursos y en la situación, tanto materiales como intelectuales, deben reflejarse en la acción.
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