Abstracción. En sentido
etimológico la abstracción consiste en la operación de separar algo de un
contenido determinado.
En sentido filosófico la abstracción es una operación
mental que consiste en separar una característica de un todo concreto
(característica que no puede tener existencia independientemente del todo).
Para Aristóteles, por ejemplo, la abstracción es la
operación mental por la que separamos la forma (o esencia) de la materia, en
una sustancia dada, lo que nos permite formar conceptos y tener un conocimiento
cabal de su esencia.
Abstracción (filosofía)
La abstracción (del latín abstrahere,
"separar") es una operación mental destinada a aislar conceptualmente
una propiedad concreta de un objeto, y reflexionar mentalmente sobre ésta,
ignorando mentalmente las otras propiedades del objeto en cuestión. La primera
reflexión sobre la abstracción se debe a Aristóteles, que introdujo el término aphaireis
que se tradujo al latín como abstractio. En contra de Platón, que creía
en una intuición directa de las esencias o ideas, Aristóteles considera que
toda idea universal se fundamenta en datos empíricos. Así, la idea (o concepto)
de mesa, por ejemplo, procede del proceso de comparación de diversos objetos
muebles que comparten entre si unas características semejantes que podemos
"abstraer" y quedarnos con lo que tienen en común. Aquello que hace
que una mesa sea una mesa no es que sea cuadrada, redonda, rectangular, de
madera, de mármol, verde, amarilla o roja, sino que abstraemos de estos objetos
su color, su forma, el material del cual están hechas y nos quedamos con la idea
o el concepto de mesa. Dicho concepto, pues, procede del proceso mental de
abstracción.
Si a partir de la reflexión o la comparación de múltiples
objetos, la propiedad que se aísla se considera común a los mismos, el
objeto de la abstracción es un universal.
La cuestión de si los universales existen o no de
alguna manera separadamente de la reflexión intelectual sobre ellos (es decir,
si efectivamente existe algo común a los objetos, más allá de la hipótesis
concebida por la persona que los contempla) y, de existir, cuál es su naturaleza
en su relación con los individuos, es uno de los temas que más disputas ha
producido en metafísica, y uno de los criterios fundamentales que separan a empiristas
y realistas; estos últimos sostienen que los universales son realidades
independientes de las cosas, realistas exagerados, (Platón es el prototipo de
este realismo y quienes piensan que tales ideas universales están en la mente
de Dios, que crea el mundo conforme a ellas en su Plan de su Divina
Providencia) o realistas moderados, que piensan que los universales son entes
de razón con fundamento en la realidad". (La Escolástica moderna).
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