Ocultismo (en
latín, occulere, ‘ocultar’), Creencia en la eficacia de una serie de prácticas,
tales como la astrología, alquimia, adivinación y magia, basadas en el
conocimiento esotérico u oculto acerca del Universo y sus fuerzas misteriosas.
Este conocimiento incluye como característica
propia el concepto de las correspondencias, relaciones entre entidades del
Universo —estrellas, planetas, gemas, colores—y, por ejemplo, partes del cuerpo
humano o sucesos de la vida, de manera que utilizando esos conocimientos se
pueden lograr curaciones o conocer el destino. También puede incluir la
creencia en seres intermediarios —ángeles, dioses menores, espíritus, maestros
ascendentes— entre la humanidad y Dios, con quien, los que son capaces, pueden
contactar. El verdadero conocimiento oculto se obtiene a través de la
iniciación con aquellos que ya lo poseen o por el estudio de los textos
esotéricos en los que se expone.
Existen corrientes ocultistas de conocimiento
en casi todas las civilizaciones. El ocultismo occidental hunde sus raíces en
las antiguas sabidurías populares y religiones de Babilonia y Egipto, en
especial la registrada y transmitida por los filósofos herméticos y
neoplatónicos. Con importantes aportaciones del misticismo judío de la Cábala, tuvo una importante
presencia en la edad media, a través de astrología, la alquimia y los rituales
mágicos ceremoniales que convocaban a los espíritus. Muchos sabios medievales
importantes, como Roger Bacon o Paracelso, fueron en realidad enlaces entre el
antiguo ocultismo y la ciencia moderna. Las grandes persecuciones de la
brujería constituyen una parte siniestra de la historia de la Europa moderna (entre
1400-1700), cuando miles, si no millones, de mujeres fueron torturadas y
aniquiladas por sacerdotes y clérigos bajo acusaciones de mantener prácticas
ocultas. El ocultismo fue considerado cada vez más por la Iglesia como un culto
relacionado con Satán.
A pesar de la religión y de la aparición de
la ciencia moderna, el ocultismo mantuvo su presencia intelectual durante los
siglos XVIII y XIX, aunque más valorado por su significado espiritual que por
sus aplicaciones prácticas. Para el médico austriaco del siglo XVIII Franz
Anton Mesmer, padre del hipnotismo moderno, el ocultismo era esencialmente una
manera de afirmar la naturaleza fundamental del Universo como conciencia, así
como del poder de la mente humana para interactuar directamente con él. Desde
semejante perspectiva, el ocultismo encontró con facilidad su función en el
romanticismo del siglo XIX, que preconizaba la recuperación de las tradiciones
populares antiguas, el simbolismo y el poder creativo de la imaginación. Estos
elementos fueron importantes en el nuevo modo de entender el ocultismo que se
dio a mediados del mismo siglo bajo las formas del espiritismo, la Sociedad Teosófica
(1875) y la Orden
Hermética del Golden Dawn (1889). A estos dos últimos grupos
pertenecieron un gran número de artistas, poetas e intelectuales.
Durante el siglo XX se ha desarrollado un
renacimiento del ocultismo desde la contracultura de la década de 1960, con el
resurgir de la astrología, los objetos adivinatorios y los rituales mágicos; e
incluso más tarde en el movimiento New Age de las décadas de 1980 y 1990.
Aunque muy criticado tanto por la
Iglesia como por los científicos, el ocultismo parece saciar
determinadas necesidades humanas profundamente arraigadas de significado, poder
y expresión simbólica.

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